“¿Qué integración pueden realizar, entre sí, países que ni siquiera se han integrado por dentro? Cada país padece hondas fracturas en su propio seno, agudas divisiones sociales y tensiones no resueltas entre sus vastos desiertos marginales y sus oasis urbanos. El drama se reproduce en escala regional. Los ferrocarriles y los caminos, creados para trasladar la producción al extranjero por las rutas más directas, constituyen todavía la prueba irrefutable de la impotencia o de la incapacidad de América Latina para dar vida al proyecto nacional de sus héroes más lúcidos […] Los países latinoamericanos continúan identificándose cada cual con su propio puerto, negación de sus raíces y de su identidad real, a tal punto que la casi totalidad de los productos del comercio intrarregional se transportan por mar: los transportes interiores virtualmente no existen. Pero ocurre, en este sentido, que el cártel mundial de los fletes fija las tarifas y los itinerarios según su paladar, y América Latina se limita a padecer las tarifas exorbitantes y las rutas absurdas. De las 118 líneas navieras regulares que operan en la región, únicamente hay diecisiete de banderas regionales; los fletes sangran la economía latinoamericana en mil millones de dólares por año. Así, las mercancías enviadas desde Porto Alegre a Montevideo llegan más rápido a destino si pasan antes por Hamburgo, y otro tanto ocurre con la lana uruguaya en viaje a Estados Unidos; el flete de Buenos Aires a un puerto mexicano del golfo disminuye en más de la cuarta parte si el tráfico se realiza a través de Southampton.”
Eduardo Galeano, Montevideo fines de 1970
La teoría del rombo consiste en una integración latinoamericana conformada por un romboide cuyos vértices son Buenos Aires, Lima, Caracas y Brasilia; con un centro en la Amazonia. Ello permitiría la creación de un Gran Espacio con características bi-oceánicas, con salida tanto al Atlántico como al Pacífico y, la unión de la geopolítica andina con la atlántica.
Con una masa poblacional con peso específico y de carácter homogéneo. Un gran espacio geoestratégico y geoeconómico con materias primas (minerales, hidrocarburos, gas, granos y carnes, flora y fauna) de primera importancia. Así, por ejemplo, entre los minerales se encuentran el oro, cobre, cinc, manganeso; el 90% de las reservas conocidas de niobio del mundo; el 96% de las reservas de titanio y tungsteno, este último indispensable para la construcción de naves espaciales y misiles atómicos.
Este Gran Espacio se realiza sobre el antecedente del Mercosur creación que tiene ya casi veinte años de vigencia efectiva (Tratado de Asunción 1991), y nuevos proyectos y tratados de integración como el Alba, Congreso Latinoamericano, Banco Regional, Constitución Latinoamericana, gasoducto, etc… Donde también hay actuaciones que quieren desestabilizar este eje, como las bases estadounidenses en Colombia y la triple frontera, el Alca, problemas internos como el de las pasteras uruguayas, conflicto de hielos con Chile, o el conflicto Chile-Bolivia para una salida marítima de este último.
En kilómetros cuadrados Brasil solo contiene a casi toda Europa, Italia entra completa dentro de la provincia de Buenos Aires en Argentina. Brasil es el quinto país en el mundo en extensión y Argentina el octavo espacio geográfico. Las comparaciones son inconmensurables en ciertos casos como el hecho de que Suramérica posee 50.000 km de vías navegables con sus tres grandes cuentas: el Orinoco, el Amazonas y el Plata que a su vez están interconectadas de modo tal que una barcaza de 1.200 toneladas navega cómodamente desde el puerto de Buenos Aires hasta el Guaira en Venezuela pasando por los ríos de La Plata , Paraná, Paraguay, Guaporé, Mamoré, Madeira, Amazonas, Negro, Casiquiare y Orinoco.
Esta vinculación hidrovial entre las tres cuencas: Orinoco, Amazona y del Plata, que desde la colonización se utiliza solamente para la extracción de materias primas y no para la integración, permite la navegación desde Buenos Aires hasta Caracas y de este a oeste se presentan al menos tres conexiones interoceánicas.
Lo que permite afirmar que el tráfico fluvial entre Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina, nueve de los diez países suramericanos, es una realidad al alcance de la mano que con un mínimo esfuerzo de los Estados involucrados se pondría en movimiento inmediatamente.
El transporte fluvial consume tres veces menos combustible que el ferrocarril y siete veces menos que el automotor por tonelada y por kilómetro, al par que reduce ostensiblemente la contaminación ambiental.
Con justa razón ha observado el politólogo Adolfo Koutoudjian : “Si comparamos con Asia o Africa, lo llamativo de este sub-continente es el enorme vacío central. Es la gran asignatura pendiente de la geopolítica suramericana. Seguimos siendo un continente poblado en sus costas que aún está avanzando hacia su interior. Esta situación implica un gran desafío geopolítico y económico para las posibilidades de realización y desarrollo de las patrias suramericanas. “El Dorado” aún puede estar en el interior continental”
Entre los megadatos que nos ofrece este corazón suramericano es que genera el 30% del total de agua dulce del mundo, poseyendo además el segundo acuífero del orbe (el acuífero guaraní) y recursos hidroeléctricos incalculables. Encierra la tercera parte de las reservas mundiales de bosques latifoliados.
El carácter de autocentrado de este gran espacio está garantizado tanto por las producciones básicas como por la complementación tecnológica que, de hecho, realizan los países involucrados en el mismo. Así Argentina se ha destacado desde siempre en la producción de carnes, granos (la cosecha 2006-2007 llegó a la friolera de 100 millones de toneladas) y en las últimas décadas en el aprovechamiento nuclear de la energía (centrales atómicas, tecnología misilística). Brasil en la tecnología armamentista, subacuática, en medicamentos e informática así como en la producción de alimentos elaborados. Perú en industria pesquera. Bolivia en su industria minera. Ecuador en la tecnología farmacéutica indiana en medicina no-alopática. Venezuela con su capacidad petrolera y derivados. Paraguay en su capacidad horticultora y florifrutícola.
La existencia cierta de una capacidad productiva y tecnológica complementaria de todos nuestros países de la América del Sur le garantiza la autonomía y rompe la dependencia respecto de los otros mercados mundiales.
Dado que Iberoamérica posee todos los elementos necesarios para desarrollar sus propias empresas transnacionales con capacidad para enfrentar a las del primer mundo, el sociólogo Heinz Dieterich Stefan, el principal colaborador de Noam Chomsky para Iberoamérica, afirma “El complejo biotecnológico-farmacéutico-medico de Cuba es, hoy día, en todos sus aspectos, comparable a una de las grandes transnacionales de Occidente. Si se uniera en una o dos grandes holdings con la respectiva industria brasileña y argentina, podría ocupar exitosamente una parte considerable del surplus mundial en este segmento de mercado que alcanza los trescientos mil millones de dólares”.
La empresa aeronáutica brasileña Embraer, a su vez, tiene todo el potencial para compartir en partes iguales con Airbus y Boeing el mercado mundial de la aviación y, más temprano que tarde, de la industria espacial, aprovechándose al Ecuador como el lugar geográfico de mayor ventaja comparativa para el lanzamiento de cohetes al espacio. Varias líneas aéreas latinoamericanas podrían fusionarse y garantizar no sólo un mercado natural para la industria aeroespacial criolla, sino que competiría en condiciones iguales con los europeos y estadounidenses.
Las gigantescas exportaciones de materia prima (petróleo, minerales, granos, madera, etc.) garantizarían, por otra parte, varias grandes industrias navales en el subcontinente. En el sector energético se ofrece un Complejo suramericano, creado a través de la unión entre PdVSA de Venezuela, Petrobras de Brasil y la reestatizada YPF de Argentina. La física nuclear argentina y la brasileña mantienen todavía, pese a los sabotajes de los gobiernos neoliberales, un alto nivel de competencia y podrían ser el germen de un Complejo suramericano capaz de competir con las transnacionales Westinghouse y Siemens en energía nuclear.
“El ochenta por ciento del comercio sudamericano corresponde al Brasil y la Argentina reunidos. Situados frente al Atlántico, el océano civilizador, son para el Nuevo Mundo los canales necesarios de la cultura occidental”
Pensador peruano Francisco García Calderón hace ya casi un siglo.
“Es vital que Argentina, Brasil, Perú y Venezuela lideren un cambio en América; hablo como un observador externo sin incluir a Cuba en un posible eje suramericano"
Fidel Castro cuando estuvo en Argentina el 25 y 26 de mayo de 2003
muy clara la explicación.
ResponderEliminaruna teoria digna de aplicar concientemente mirando el futuro regional
Interesantes conjeturas pero difícilmente materializables. Si estos pobres países no pueden llegar a un acuerdo sobre asuntos de muchísima menor envergadura (sobre circulación y exportación e importación de mercadería y en lo que hace al flujo demográfico) mal pueden emprender empresa se tales dimensiones. De nada sirve especular con estrategias geopolíticas si primero los estados involucrados no llevan a la practica mediante concretas medidas económicas(y no meramente escaramuzas al estilo del MERCOSUR) la intención de unirse, así como lo ha hecho Europa en buena hora para poder comerciar en un plano de igualdad con el Imperio. Las políticas individuales se han tornado obsoletas en el mundo globalizado actual,me pregunto ¿Cómo un estado latinoamericano aisladamente puede establecer relaciones comerciales (sin salir perdiendo) con un bloque económico como la E.U o el Imperio?
ResponderEliminarLas fronteras en Latinoamérica persisten inflexibles, aquello de que la frontera es un punto de encuentro parece no tener cabida en la practica, tristemente. Saludos!