jueves, 22 de abril de 2010

Ardán Canileo, Patagón, Patagones, Patagonia....

“Los tehuelches ocupaban el sur de la Patagonia continental, se denominaban así mismo aonikenk [...] Cuando llegaron los españoles los bautizaron con el nombre de patagones (y la zona que habitaban Patagonia), ya que, debido al tipo de calzado de cuero utilizado, las huellas impresas de sus pies quedaban acrecentadas notoriamente en la nieve.”






“[...]En el caso del sur, las noticias de los indios alimentaron el mito de la Tierra de los Gigantes. En otoño de 1520 Hernando de Magallanes, navegante portugués al servicio de España, invernó en Puerto de San Julián (actual provincia de Santa Cruz) antes de proseguir con búsqueda de un paso entre los dos océanos. Recién al cabo de dos meses se hicieron ver los primeros indios (Tehuelches), que impresionaron a Magallanes por su altura, contextura y sus mantos de pieles de guanaco. Magallanes los llamó patagones inspirándose en el Primaleón , una novela de caballería que daba ese nombre a unos guerreros solitarios  que comían carne cruda y vestían con pieles de animales.”

Jorge Lanata, “Argentinos, desde Pedro de Mendoza hasta la Argentina de Centenario”

“La expedición de Magallanes llego a bahía San Julián, en marzo de 1520, donde se presento un hombre tan alto que la cabeza del español mas alto apenas le llegaban a la cintura [...] Algunos dicen que de aquí deriva el nombre de toda la zona sur argentina conocida como Patagonia, porque los hombres de Magallanes llamaron “patagones” a esos habitantes originarios. El nombre evoca al Gigante Patagón, un personaje de ficción muy popular que llegó a aparecer incluso en el Amadís de Gaula, la novela de caballería que Cervantes más satirizó en su Quijote.”

Felipe Pigna, “Los mitos de la historia argentina”

Las descripciones mencionadas en las citas anteriores sobre los tehuelches se basan en el libro de Antonio Pigafetta, "Notizie del Mondo Nuovo con le figure de paesi scoperti descritte de Antonio Pigafetta, vicentino, Cavagliero di Rodi" (1524), secretario de Hernando de Magallanes. A continuación nos remitimos a las palabras del propio Pigafetta:

"... alcanzamos a los 49 grados y 30 minutos de latitud Sur, donde encontramos un buen puerto...Transcurrieron dos meses antes de que avistásemos a ninguno de los habitantes del país (alrededor del 20 de abril). Un día en que menos lo esperábamos se nos presentó un hombre de estatura gigantesca. Estaba en la playa casi desnudo, cantando y danzando al mismo tiempo y echándose arena sobre la cabeza. El comandante envió a Tierra a uno de los marineros con orden de que hiciese las mismas demostraciones en señal de amistad y de paz: lo que fue tan bien comprendido que el gigante se dejó tranquilamente conducir a una pequeña isla donde se encontraba el comandante. Yo también con varios otros me hallaba ahí. Al vernos manifestó mucha admiración y levantando un dedo hacia lo alto quería sin duda significar que él pensaba que habíamos descendido del cielo.
Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura. Era bien formado, con el rostro ancho y teñido de rojo, con los ojos circulados de amarillo, y con dos manchas en forma de corazón en las mejillas. Sus cabellos, que eran escasos, parecían blanqueados con algún polvo. Su vestido, o mejor dicho, su capa, era de pieles cosidas entres sí, de un animal que abunda en el país, según tuvimos ocasión de verlo después. Este animal tenía la cabeza y las orejas de mula, el cuerpo de camello, las piernas de ciervo y la cola de caballo, cuyo relincho imita. Este hombre tenía también una especie de calzado hecho de la misma piel. Llevaba en la mano izquierda un arco corto y macizo, cuya cuerda, un poco más gruesa que la de un laúd, había sido fabricada con tripa del mismo animal; y en la otra mano, flechas de cañas, cortas, en uno de cuyos extremos tenían plumas, como las que nosotros usamos, y en el otro, en lugar de hierro, la punta de una piedra de chispa, matizada de blanco y negro. De la misma especie de pedernal fabrican utensilios cortantes para trabajar la madera.
Las mujeres no son tan grandes como los hombres, pero en cambio son más gruesas. Sus pechos colgantes tienen más de un pie de largo. Se pintan y visten de la misma manera que sus maridos, pero usan una piel delgada que les cubre sus partes naturales. Y aunque a nuestros ojos distaban enormemente de ser bellas, sin embargo sus maridos parecían muy celosos."

Observamos diferentes acepciones en cuanto al origen de la denominación patagones. Vamos a centrarnos en los personajes de los libros que se mencionan en las citas anteriores, para ver cual se adecua mas a la descripciòn de los tehuelches hecha por Antonio Pigafetta.

Primero aclarar que el Gigante Patagón aparece en la novela Primaleón, y no en el Amadís de Gaula, como aparece en la cita de Pigna. En esta última aparece otro gigante, que hace recordar a la descripción de Pigafetta, llamado Ardán Canileo.

En el Primaleón (publicada en 1512 por Francisco Vázquez) el protagonista llega a una isla apartada, en cuyo interior habita una criatura deforme, salvaje y de gran fealdad, el monstruo Patagón:
"Mas todo es nada con un hombre que agora ay entr'ellos que se llama Patagón. Y este Patagón dizen que lo engendró un animal que ay en aquellas montañas, qu'es el más dessemejado que ay en el mundo, salvo que tiene mucho entendimiento y es muy amigo de las mugeres."
También se menciona un pueblo de patagones, no monstruosos, sino llamados así por se salvajes. 

Por otro lado, en el Amadís de Gaula (cuya edición mas antigua conocida data de 1508, escrita por Garci Rodríguez de Montalvo entre 1480 y 1495) aparece el gigante Ardán Canileo que antes de la pelear con el Amadís, llevaba a cabo "grandes alegrías e danzas e bailar."

Citando nuevamente una parte de la descripción de Pigafetta: "...Estaba en la playa casi desnudo, cantando y danzando al mismo tiempo y echándose arena sobre la cabeza...", podemos ver que asemeja mucho a descripción del gigante Ardán Canileo, a diferencia de la novela Primaleón que utiliza el significado patagones como sinónimo de salvajes, cosa muy diferente a lo que Pigafetta opinaba de ellos, ya que los encontraba, según sus palabras: tratables, amables, simpáticos, contentos y amistosos. 



1 comentario:

  1. Muchas gracias, muy interesante. De casualidad sabe donde puedo conseguir las fuentes? Estoy investigando sobre la cultura tehuelche para un curso de historia antigua de América en la universidad. Sabe dónde se encontraran los documentos coloniales que se mencionan. Gracias

    ResponderEliminar